El principio

Estas son historias secretas, no se las puedo contar a nadie porque todos me dirían que soy una víbora, hasta mi mamá está en mi contra. Pero si no se lo cuento a alguien voy a explotar, seguro que voy a explotar.

Todo el mundo dice que la vida no es justa, ¿no? Pero ¿tiene que ser tan injusta? ¿Y todo hacia una sola pobre persona? Antes mi vida era perfecta y ahora todo se ha echado a perder.

Yo tenía una amiga, y era la mejor amiga del mundo y yo era su mejor amiga y éramos nosotras dos contra el mundo. Desde chiquitas fuimos una misma: inventábamos canciones y lenguajes secretos y no nos importaba que nadie nos entendiera. Y la verdad es que yo pude haber sido muy popular, pero la escogí a ella. No crean que las populares no me invitaron más de una vez. Pero yo era fiel, entendía lo que es la lealtad, no como otras personas. Ella siempre fue más rara y cuando su papá se fue y todos la molestaron yo la defendí. Porque eso que dicen de que los niños son muy crueles es cierto. Me acuerdo perfecto: un día me habló por teléfono y nos encerramos en el baño, cada una en su casa como siempre, y al principio no dijo nada. Yo la conocía y sabía que algo había pasado. Nunca sospeché que era esa tragedia: sus papás se iban a divorciar. Mi mamá decía que luego los hijos de los sicólogos salen más locos porque sus papás no los tratan como a hijos sino como a pacientes. Yo creo que eso es cierto porque Ella... le llamaré "Magda" en este blog venenoso, Magda siempre fue muy extraña y nada relajada.

Y todos los días siguientes estuvo muy triste y yo le dije a los demás que era porque sus papás se habían divorciado y ella se enojó conmigo, dijo que porqué era chismosa, pero yo lo conté porque todo el mundo pensaba que ya se había vuelto una depresiva. Fue por su bien pero claro, ella no lo vio así. Ya luego se le pasó pero siempre la estuve defendiendo y cuando decían que su papá la había abandonado y que se había ido con otra mujer, yo decía que la dejaran en paz y nos escapábamos a la biblioteca y le tuve que aguantar sus ánimos un rato.

No exagero cuando les digo que éramos inseparables, como nadie, y algunas nos tenían envidia. Cuando teníamos doce años yo le regalé un collar, era un collar que tenía la mitad de un corazón y yo tenía la otra mitad. Siempre lo traíamos puesto hasta que un día ella perdió su mitad, o DICE que la perdió, porque yo ya no sé, es demasiada casualidad ¿no?

Tengo que dejarlos, amigos serpientes, mi mamá nos llama a comer a mí y a mi hermano... Adrián, así se va a llamar aquí. La próxima vez les cuento de él.