Mis papás no me hablan. Ése día después de lo que pasó en casa de Magda, Adrián les contó todo. O algo. No sé. El caso es que saben que yo hice la cuenta ésa de mail y saben las cosas que escribí. Esa tarde tuve que tomarme un taxi y llegué a la casa. No había nadie. Adrián no había llegado tampoco. Seguro se fue a dar unas vueltas o algo. No creo que haya regresado a casa de Magda esa tarde aunque no sé nada, parece que soy un fantasma que nadie ve en esta casa. Sólo un día mis papás me llamaron, como dos días después de todo, y me sentaron en la sala, ya se imaginan, con toda esa actitud de "Tenemos que hablar contigo" y yo me sospeché de qué era, claro.
-No sé ni por dónde empezar- dijo mi mamá.
-Yo sí sé- dijo mi papá, -¿qué se te metió en la cabeza para escribir esos correos? ¿Estás loca? ¿De dónde sale este odio, esta locura?
-Tranquilízate- dijo mi mamá, pues mi papá ya se había parado y estaba gritándome y temblando a la vez.
-¡Que conteste algo! Quiero oír una explicación- dijo él, moviendo mucho los brazos como siempre que está enojado. Yo no pude decir nada. Fue como si la lengua se me hubiera dormido, y tenía mucho calor y sentía que ni podía respirar. ¿Qué iba a decir? Ellos nunca me entenderían. No conocen a Magda como yo. No vieron lo que yo he visto. Además, no creo que Adrián les haya contado las cosas que ella hizo. Claro, todos contra V.
-¿Y?- dijo mi mamá con impaciencia y lágrimas en los ojos. No pude decir nada. Estaba muda.
-Estoy... Estamos furiosos y sorprendidos, V... necesitamos saber...- dijo mi papá, pero a él también le costaba hablar de lo enojado que estaba. Adrián siempre ha sido su favorito. A mí nadie me quiere comprender. Pero en este caso fue mi culpa también porque no podía ni explicarles, aunque igual no creo que lo hubieran entendido.
-Yo...- empezó mi mamá- más bien estoy preocupada. Muy preocupada. Y creo que necesitas ayuda, V. ¿No tienes nada que decir?
Y volví a tratar de hablar, quería decirles que ella me traicionó, y que todo lo hice por el bien de Adrián. Quería decirles que mi intención era buena, decirles lo que sea, todo menos quedarme ahí como si estuviera aceptando todas las culpas en un juicio. Y fui incapaz. No sé si Adrián les dijo que se trató de suicidar... Espero que no, si no, nos van a meter a los dos al manicomio y luego se van a pegar un tiro ellos...
-¿Nada?- gritó mi mamá, y hasta brinqué del susto, -¿no tienes nada que decir?
Abrí la boca y el aire se me atoró. Los dos me veían esperando algo y yo era como una estatua.
-Vete- dijo mi mamá y se oía en su voz que quería llorar, -no te puedo ni ver ahorita. Lárgate a tu cuarto.
Empecé a temblar y quería llorar al menos para que vieran que tenía sentimientos, pero no podía mover nada, ni mis lágrimas.
-¡Que te vayas!- gritó mi mamá, y al fin mis piernas me hicieron caso y me fui caminando muy lento porque todo me temblaba. Alcancé a ver que mi papá abrazaba a mi mamá... y me encerré en mi cuarto. ¿Cómo salió todo tan mal? ¿Y qué significa que necesito ayuda? ¿Qué va a pasar conmigo si todo el mundo me odia tanto?
Ay, Dios mío, esto no puede estar pasando... ¿No hay nadie que se apiade de mí?